Susurros

«Estoy solo y no hay nadie en el espejo».

Jorge Luís Borges

Para Omar Flores

Esa noche mientras me debatía
entre legatos continuos en los que
mis bisoñas manos porfiaban,
un leve susurro me acarició el oído.

Al efecto volví el rostro suspicaz
hacia ambos lados; no había nadie
quien me acompañara en aquella velada,
mi práctica siempre me era preferible alejada,
para no perturbar con estertores de cuerdas
e impacientes yerros más que lo que a mí misma
de tanto en tanto me fastidiaba.

Era ya asidua a la soledad constante,
de uso nada la comitiva relevante,
pues rodeada de grimorios y absorta
en mis reflexiones siempre me hallaba.

Pero luego de ignorar aquel raro momento
y reacomodar con desasosiego la silla y el atril,
tocando de nuevo los pasajes frente al espejo,
un suspiro sutil me dejó nuevamente helada.

Pensé de cierto que absoluto silencio me asediaba:
los galgos afuera ni un mínimo ruido provocaban,
entre sus guardias nocturnas ni un ladrido se escapaba.

Me detuve bruscamente y miré directo al espejo,
noté en lo más profundo de mis pupilas el brillo
proyectado de las luces que me rodeaban;
mi propio reflejo algo me recordaba.

Habían trascurrido pocos días desde mi onomástico,
misma fecha que compartía con un viejo y querido amigo:
‘Omar’. Pero más de un lustro hacía desde que no le veía.


Esa noche La Muerte me susurró su nombre al oído,
vi su rostro fantasmagórico sobre mi propio rostro:
fina sonrisa, el dejo triste pero dulce en su infalible mirada.


Fue así como supe con certeza que él ya había partido.

Blackroses* Draft Original de Julio del año 2019



El alma humana –cualquiera que sea la concepción que de ella se tenga– puede comunicarse y traspasar tiempo/distancia, como magia cuántica poderosa estimo, es el cariño hacia un ser amado, que puede revelarse y entregar Insight sin ninguna justificación o explicación racional, pero sí he de considerar, del tipo empírica.

Estos breves versos son para un alma que pese a las pulsiones de muerte que tuvo en su vida, siempre llenaba a todo el que rodeaba de alegría; el cariño de sus amigos le alcanzará.

Vaya ironías de la vida, el nombre Omar –cuya memoria inspira este híbrido texto sobre una experiencia real– proviene del árabe y significa “El de larga vida”, pero él partió muy joven de este mundo, que su sustancia perdure y prospere con suerte en muchos otros.

¡Adiós querido amigo!

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